viernes, 6 de octubre de 2017

OTRA ANÉCDOTA DE DIAMANTINO, TREINTA AÑOS ATRÁS

Entre las diversas actividades que Diamantino organizó en la sacristía de Los Corrales, hay que recordar las clases de alfabetización para todas aquellas personas que no sabían leer ni escribir, o lo hacían con mucha dificultad.
Aproximadamente, de 1972 a 1977, un buen número de jóvenes pudieron adquirir al menos los conocimientos más básicos con los que defenderse ante algún papel.

Manuel Velasco Haro ,articulo de opinión 6/10/2016.
Entre las diversas actividades que Diamantino organizó en la sacristía de Los Corrales, hay que recordar las clases de alfabetización para todas aquellas personas que no sabían leer ni escribir, o lo hacían con mucha dificultad.
Aproximadamente, de 1972 a 1977, un buen número de jóvenes pudieron adquirir al menos los conocimientos más básicos con los que defenderse ante algún papel.
Algunos adolescentes que nos habíamos iniciado en el Movimiento Junior y que estábamos estudiando, colaboramos en la impartición de aquellas clases de instrucción, sobretodo en los veranos. Durante el resto del año, Diamantino desarrolló esa labor con otros más mayores de forma personalizada.

La agitada Transición que vino tras el franquismo, absorbió buena parte de las inquietudes políticas, sindicales y sociales de la llamada “gente del cura”, viviendo de manera intensa los acontecimientos que se iban produciendo.
La aplastantes victorias del PSOE en las primeras elecciones autonómicas Andaluzas y en las Generales de 1982, despertaron grandes expectativas que no tardaron en verse frustradas. Sin embargo, las mayorías absolutas dieron lugar también al nacimiento de un nuevo fenómeno en torno al liderazgo de Felipe González, un fenómeno que fue en continuo aumento a partir de 1983.
La “fiebre felipista” se introdujo con fuerza en grandes sectores de la población aupada por los medios de comunicación y por miles de oportunistas que encontraron en el nuevo Régimen la posibilidad de prosperar en política. Pero quienes mantuvieron ideas críticas al “felipismo” tropezaron con no pocas dificultades y con fuertes calumnias de sectores aferrados al nuevo poder. Muchos de ellos, antes habían estado al margen de todo.
Años después, en otoño de 1987, en una de las varias ocupaciones que se llevaron a cabo en la finca “El Marques”, en término de Gilena, vino a producirse la anécdota a la que hace alusión el título.
Mientras se producía la ocupación se envió una nota informativa a los medios de comunicación. Minutos después comenzó a darse la noticia por la radio. Al parecer un vecino de Los Corrales que pasaba cerca en su coche lo oyó y se dirigió hacia la entrada de la finca, donde se encontraban los ocupantes.
A todos los presentes, al verlo llega, les extrañó mucho la visita, ya que era uno de los más contrarios a Diamantino. Al bajarse del vehículo comenzó a provocarlo: “¡ Vaya Diamantino, ya te has traído a estos engañados aquí!”, “¡Deja ya de, calentárle la cabeza a esta gente!”, “¡ Lo que tienes que hacer es irte ya del pueblo” – Le decía.
El cura lo escuchaba muy tranquilo sin alterarse, hasta que el visitante terminó de desahogarse. En eso Diamantino se dirigió a él y le dijo: “Hombre Miguel, yo que te enseñé a ti a leer y a escribir en la sacristía, ¿cómo te las arreglao para saber mas que yo? ... El otro se quedó cortado. Se dio media vuelta y se fue por donde había venido.
Con todo lo visto y vivido en todos estos años de actividad social y política, ¿Cuantos casos similares siguen abundando en la mayoría de nuestros pueblos.?

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